En la clase de la profesora Raquel Maturana, los alumnos de segundo básico se embarcan en una aventura fascinante: el achurado. A través de esta actividad, aprenden a mirar con detenimiento su entorno, desde su mesa hasta su estuche, lapiz y ropa, e incluso las murallas y el piso del colegio. En un mundo lleno de inmediatez, esta práctica les permite detenerse y apreciar cada detalle que los rodea.
Pero el achurado va más allá de la observación. Los niños también reconocen colores y formas, desarrollando sus habilidades psicomotrices finas al dibujar pequeños elementos y detalles. Aprenden a medir y utilizar reglas para crear sus propios cubículos, desafiándose a sí mismos en un proceso de aprendizaje enriquecedor. Cada achurado es una oportunidad para expresar su propio estilo y visión del mundo. No hay límites, y los colores se convierten en un universo de posibilidades.
Pero lo más emocionante es ver cómo los estudiantes se sienten orgullosos de sus avances. La profesora muestra sus logros al resto del curso, y los aplausos de sus compañeros son un reconocimiento a su esfuerzo y talento. Cada paso en esta travesía creativa es un motivo de celebración y motivación para seguir adelante.
En el Colegio Gabriela Mistral, valoramos la observación, la creatividad y el orgullo en nuestros alumnos💫🎨🔍